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El sabor de la memoria

El primer sabor de mi memoria son las croquetas de cocido de los martes, el flan de huevo de las gallinas ponedoras de casa y la empanada, mitad atún con huevo y mitad bacalao con pasas que solo le gustaba a mi padre. La sopa del cocido contundente con toda clase de hebras, gallina de la casa. El cordero y el capón en las fiestas de Santa Lucía de Dena. Mi madre no era gran cocinera, tenía tierras, viñas, gallinero, cerdos e hijos que cuidar, llevar una casa familiar adelante. No podía pararse mucho en la cocina, pero la tortilla, las patatas panaderas con cebolla y pimiento, el hígado  encebollado de la matanza... Nunca, nunca por muchos restaurantes de comida casera que pruebe, volveré a saborear ese amor que con poco tiempo y productos de la huerta, el congelador lleno de la matanza de la ternera, cerdo y gallina de casa de aldea… salga un sabor en guisos, brasas, fritos y cocidos que yo con mas tiempo, más aparatos, mejor economía ni de coña me salen.

Lo que quiero transmitir con esto es que cada uno tenemos el sabor de la cocina de nuestras madres, con productos de primera, lo que ahora le llaman ecológico a precio de cojón, eso es todo… Los comensales somos tu familia, tú eres nuestra madre, tienes buen producto y supongo que nos querrás un poquito, más en el café con gotas de agua ardiente (de la flúor esa de los restaurantes, no, por dios). No sabia de ti, hasta hoy por el premio de la guía Repsol, ya avisé a los colegas para ir, vaya terrazón!! Y el precio es justo y necesario.

No sabia que poner, no sé si está bien hilado o no, pero me salió del alma, de recuerdos de la infancia y de chavalita con mi madre en la cocina, yo pelaba patatas,  limpiaba judías, y desgranaba guisantes. Gracias por hacerme recordar sensaciones y sabores. Y a mi madre. Nos veremos seguro, Enhorabuena.

 

Paula Méndez
Sanxenxo