bonito de burela con perrechico

Un día de julio

Son las 8 de la mañana y el sol asoma tímido dejando una estela en las aguas del puerto a medida que va abandonando el horizonte. Al fondo se escucha el barullo de la gente y el sonido de un día de trabajo en la lonja.

Los barcos ya dejaron las capturas, y el olor a mar y frescura envuelve este puerto del Cantábrico.

Al fondo, mirando el ajetreo de la jornada, comentan dos viejos marineros el género que entró; sardina, jurel o chicharro, pescado de nuestro mar, bravo y lleno de vida. Recuerdan estos dos aquellos días pasados en los que se alejaban del puerto en un barco boniteiro deseando volver con este pescado preciado y sabroso. Recuerdan también cuando eran sus abuelos los que, después de las fiestas, marchaban, y ellos, niños, ya sabían que “era tiempo de bonito”.

Pescado de la manera más tradicional... con el anzuelo... uno a uno… y en el momento más óptimo de su crecimiento, el bonito del norte se convierte en un bocado lleno de tradición y sabor.

La vida en el puerto sigue sin descanso y dos viejos marineros no dejan de mirar en la distancia con morriña... hace a un mes, por junio, que comenzó la costera del bonito y hasta septiembre seguiremos  disfrutando de este manjar tan único y tan nuestro.

Griselda Díaz

 

(Fotografía de Ovidio Aldegunde. Bonito de Burela con perrechicos)